La reciente postura de la presidenta Xiomara Castro al denunciar el tratado de extradición con Estados Unidos y la intervención abierta de la embajadora Laura Dogu subraya una realidad inquietante: la hipocresía de Washington en su supuesta lucha contra el narcotráfico.
🚨"Fue sorprendente para mi ver al ministro de Defensa (de Honduras) y al Jefe del Estado Mayor Conjunto sentado al lado de un narcotraficante en Venezuela", señaló la embajadora de EE.UU. en Honduras, Laura Dogu. pic.twitter.com/Pfs21J5o5X
— Noticieros Hoy Mismo (@HoyMismoTSI) August 28, 2024
La injerencia y el intervencionismo de los Estados Unidos, así como su intención de dirigir la política de Honduras a través de su Embajada y otros representantes, es intolerable. Agreden, desconocen y violan impunemente los principios y prácticas del derecho internacional, que…
— Xiomara Castro de Zelaya (@XiomaraCastroZ) August 28, 2024
La Oscura Alianza: Washington, La CIA y el Narcotráfico
Desde la Operación Irán-Contra, donde la CIA facilitó el tráfico de drogas para financiar a los Contras en Nicaragua, hasta los lazos con figuras como Manuel Noriega, Estados Unidos ha demostrado que la “lucha contra el narcotráfico” es, a menudo, un instrumento para justificar intervenciones. Esta historia de complicidad también incluye a Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, cuyo mandato estuvo marcado por denuncias de vínculos con el narcotráfico.
Manuel Noriega y la CIA: Similar a Hernández, Noriega fue un activo valioso para la CIA en Panamá durante décadas, participando en el narcotráfico con el conocimiento de la agencia. Solo cuando Noriega se volvió un problema para Washington, Estados Unidos intervino militarmente en 1989 para capturarlo y juzgarlo por sus crímenes.
Ernesto Samper y el Caso 8000: El escándalo del Caso 8000 en Colombia, que reveló que la campaña presidencial de Ernesto Samper fue financiada por el Cartel de Cali, es otro ejemplo de cómo la CIA y otros sectores del gobierno estadounidense han hecho la vista gorda ante la corrupción y el narcotráfico, siempre y cuando les resultara conveniente. La CIA sabía de estos vínculos, pero no intervino directamente debido a los intereses geopolíticos en la región.
Juan Orlando Hernández y la CIA: Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, fue un aliado cercano de Washington durante su mandato, a pesar de las crecientes pruebas de su implicación en el narcotráfico. Su administración estuvo profundamente vinculada a actividades ilícitas, pero fue tolerado por Estados Unidos debido a su utilidad estratégica en la región. En abril de 2022, Hernández fue extraditado a Estados Unidos, y en junio de 2024, fue condenado a 45 años de prisión por su participación en una de las conspiraciones de tráfico de drogas más grandes y violentas del mundo.
Durante su juicio, se reveló que Hernández facilitó la importación de más de 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos, utilizando su poder y posición en Honduras para proteger a narcotraficantes y permitir que operaran con impunidad. A pesar de su defensa, que argumentaba que él hizo más que cualquier otro presidente para combatir el narcotráfico en Honduras, el tribunal lo declaró culpable, destacando su complicidad en la manipulación de elecciones y en la protección de traficantes a cambio de sobornos millonarios.
Este caso subraya la profunda hipocresía de la política exterior estadounidense, que ha utilizado la “guerra contra las drogas” como pretexto para intervenir en los asuntos internos de los países de América Latina, mientras colabora con líderes corruptos como Hernández cuando resulta conveniente para sus intereses estratégicos. La sentencia de 45 años en prisión refleja la gravedad de sus crímenes, pero también pone de manifiesto la complicidad que existió durante años entre su gobierno y las agencias estadounidenses, que estaban bien informadas de sus actividades, pero optaron por ignorarlas.
Aquí es donde se avivan más las palabras de Jeffrey Kemp, asesor de Ronald Reagan en materia de seguridad. Kemp, quien conocía bien la naturaleza de los líderes con los que Estados Unidos elegía aliarse, resumió la hipocresía de la política exterior estadounidense con su famosa declaración: “Sabíamos que es un cabrón, pero era nuestro cabrón”. Esta frase captura perfectamente la relación de Estados Unidos con líderes latinoamericanos como Juan Orlando Hernández, quienes, a pesar de estar profundamente involucrados en actividades ilícitas como el narcotráfico, eran considerados aliados estratégicos debido a su utilidad en la región.
Laura Dogu: Un Historial Cuestionable
La embajadora Laura Dogu, quien ha criticado al gobierno de Honduras por sus relaciones con lideres latinoamericanos no alineados, tiene un pasado que suscita serias dudas. Durante el intento de golpe de Estado en Nicaragua en 2018, Dogu desempeñó un papel clave, apoyando a sectores opositores que intentaban derrocar al gobierno de Daniel Ortega. Esto refleja, una vez más, la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de otros países.
Mucho antes de su asignación en Honduras, Dogu estuvo involucrada en Irak, donde fue responsable de la gestión de la Zona Verde, un área ultrafortificada en Bagdad que simbolizó la ocupación estadounidense. La Zona Verde se convirtió en el centro del poder de la ocupación, donde se dirigían las operaciones militares y políticas en un país devastado. La intervención de Estados Unidos en Irak, que tuvo como telón de fondo el control de los recursos petroleros, resultó en la muerte de cientos de miles de civiles, una tragedia humanitaria que sigue resonando en la historia reciente.
Este oscuro trasfondo arroja serias dudas sobre la agenda real de Dogu en Honduras y resalta la hipocresía de las políticas exteriores de Estados Unidos, que han causado sufrimiento y desestabilización en muchas regiones del mundo bajo la máscara de la “defensa de la democracia”.
La Respuesta de Xiomara Castro: Soberanía y Dignidad
La presidenta Xiomara Castro ha demostrado un liderazgo firme y decidido al denunciar el intervencionismo estadounidense. Al tomar una postura clara y decidida contra las acciones de Washington, Castro no solo defiende la soberanía de Honduras, sino que también expone la hipocresía de un imperio que, durante décadas, ha utilizado el narcotráfico como una excusa para intervenir en los asuntos internos de América Latina.
En un momento en que Estados Unidos critica a Honduras por su supuesta laxitud en la lucha contra las drogas, resulta irónico recordar que, en el pasado, la propia embajadora Dogu y otros funcionarios estadounidenses han sido cómplices de acciones que han exacerbado la violencia y la corrupción en la región. La lucha de Castro no es solo una batalla por la autodeterminación, sino también un desafío directo a la doble moral que ha caracterizado la política exterior de Estados Unidos.
La Doble Moral y el Futuro de Honduras
Honduras enfrenta un desafío monumental: mantener su soberanía frente a la presión de un imperio que, históricamente, ha utilizado el narcotráfico y la intervención como herramientas de control. La postura de Xiomara Castro es un faro de esperanza para aquellos que luchan por un futuro en el que la autodeterminación no sea solo un concepto abstracto, sino una realidad concreta. Es imperativo que, como sociedad, apoyemos esta lucha y rechacemos cualquier intento de injerencia externa que busque socavar nuestra soberanía.
El camino hacia la verdadera independencia es largo y difícil, pero con líderes como Xiomara Castro, Honduras está en el camino correcto. La denuncia del tratado de extradición con Estados Unidos es solo el comienzo de una nueva era en la que la soberanía y la dignidad nacional estarán por encima de los intereses foráneos. Esta es una lucha por el futuro de Honduras, y es una lucha que merece todo nuestro apoyo.